¿Qué es COBAS?
Cobas son los Comités de base Raúl Eduardo Mahecha[1],
una organización política marxista leninista compuesta por un buen número de
compañeros que tienen conciencia de clase obrera, cuyos planteamientos y
acciones se orientan a:
a) Transformar la sociedad
colombiana, a fin de construir el socialismo.
b) Integrarnos en la corriente democrático-revolucionaria
regional, que busca hacer de latinoamericana una sola nación
c) Desarrollar el internacionalismo,
participando en la lucha global contra el imperialismo para hacer posible el socialismo
y el comunismo.
¿Quiénes
componen Cobas?
Nuestra organización la componen obreros, semiproletarios,
campesinos, indígenas, afrodescendientes, estudiantes, pobladores,
intelectuales, etc. que comparten tanto
su ideología, o se subordinan a ella, como su planteamiento político y social. Dentro
de esta multicomposición, la clase obrera es la vanguardia. El proletariado es
el llamado a organizarse y organizar a la población y dirigirla. Por tanto, debe
aprender a interpretar las contradicciones, nexos y tendencias existentes entre
el hombre, la sociedad y la naturaleza y sus interrrelaciones. Le incumbe fortalecer
la construcción de su ideología, el marxismo, para lograr la transformación
revolucionaria, y su política, que es independiente de la de las demás clases
sociales. Al mismo tiempo, tiene que construir una metodología para aplicarlas
y la estrategia y tácticas necesarias para materializarlas. Por otra parte,
hace lectura permanente del estado de ánimo de las masas. Este es uno de los
puntos clave a tener en cuenta. Si no sabemos interpretar correctamente el
momento político, si es de flujo o reflujo, no podremos desarrollar las tareas
justas, que sean comprensibles y puedan estar al alcance de las mayorías.
Igualmente, establece las formas de lucha, acordes con la experiencia y
capacidad que tiene la población, para acumular fuerzas en todos los terrenos y
obtener una correlación favorable a la hora de construir su propio poder.
Quienes hacen parte de Cobas se guían por el
centralismo democrático, lo que significa que toda la militancia de esta
organización tiene unidad de comprensión, o sea, unidad en la conceptualización
ideo-política, unidad política, unidad
de planes, unidad de mando y unidad de acción.
Sus militantes no son pasivos sino
activos. Cobas tiene una política nacional, que es su principal hilo conductor.
Desde esa perspectiva, todo militante la desarrolla creativamente. Para
lograrlo, debe pensar por sí mismo, aplicando el método y la lógica marxista.
Es necesario superar la dependencia ideo-política y lograr que la militancia,
en permanente cambio, evaluación, debate interno, actitud critica y autocrítica
y polémica con las ideas burguesas, amplíe sus horizontes y despliegue sus
capacidades para crear nuevas ideas y propuestas. En ese sentido, conservando los principios,
los militantes deben tener la mayor autonomía para desarrollar Cobas sin que
esto se convierta en práctica anárquica, reformista o grupista.
¿De dónde nace
Cobas?
Cobas fue creada por una serie de activistas anclados
en el movimiento social, especialmente en el movimiento obrero, quienes tienen una
larga experiencia política. Ellos definen crear una organización para agruparse
y trabajar para corregir, entre otras cosas, un problema estructural que tienen
las organizaciones políticas que se consideran marxistas-leninistas. Han
existido dos grandes corrientes dentro de las fuerzas marxistas que han actuado
en Colombia. Una, las tendencias que han considerado que la ideología
proletaria está concluida, es omnímoda y axiomática, por tanto lo único que
hace falta es aplicarla. En esa medida, los esquemas marxistas son atemporales
y los modelos de revolución y socialismo están plenamente definidos. Bajo esa
concepción se cayó en simplemente copiar y repetir el modelo soviético, el modelo
chino o el modelo cubano con todas las consecuencias negativas que esto
presupone, sobre todo el dogmatismo. Incluso se repitieron los esquemas
ideológicos que eran abiertamente equivocados. Por ejemplo se copió el modelo claramente
impositivo sobre el pueblo que pervivió en la URSS desde los años 30 del siglo pasado, donde se
proclamaba al PCUS como una fuerza política que jamás se equivocaba, desde allí
se desprendía que el Comité Central de ese partido tampoco erraba. Igual
ocurría con su cabeza máxima, la troika, compuesta por el presidente, el
secretario general y el primer ministro, y cuando las tres responsabilidades
supremas caían en una sola persona, ésta era infalible. En consecuencia, era
imposible criticar las personas, los organismos, el partido y hasta la misma URSS.
Si la represión contra la contrarrevolución, efectuada desde el 30 hasta el 60,
realizada por la policía secreta soviética, tuvo excesos impresionantes,
volviéndose muchas veces contra cuadros valiosos del partido y contra el
pueblo, era contundentemente nociva, lo mejor era reconocer ese error y no
haberlo repetido en Colombia, tal como se hizo. Ejemplos, como los de los
activistas maoístas, que aun hoy califican a nuestro país como semifeudal y
caracterizan, sobre esa base, que nuestra revolución es de nueva democracia, muestran
como la falta de originalidad en el desarrollo del marxismo, en el “análisis
concreto de la situación concreta” nos ha llevado a una crisis extrema del
marxismo en el país y a resultados nefastos tanto en el relacionamiento con la
población como en la lucha contra la burguesía.
La otra corriente que no supo desarrollar el marxismo
en nuestras condiciones específicas, fue la tendencia ecléctica. Sobre la base
de que es posible mezclar el marxismo con otras doctrinas ideológicas, como la
del cristianismo, se pensó desarrollar un proyecto político que integrara a
individuos que tenían uno u otra tendencia sin definir claramente cual era la que
guiaba y como se subordinaban los unos a los otros. En la práctica, resultaron
los ideólogos de la religión y el idealismo imponiendo sus creencias y sus
políticas, basadas en la buena voluntad, el esfuerzo personal, la improvisación
y la falta de rigurosidad científica para analizar la situación y darle salidas
certeras. Tal práctica desembocó en una crisis generalizada.
En conclusión Cobas reivindica el marxismo como una
concepción que no es omnímoda, ecléctica o dogmática. El marxismo hay que irlo
construyendo en el día a día, hay que adaptarlo a nuestras condiciones
concretas, partiendo del análisis materialista dialéctico de la realidad
concreta. Los marxistas creamos organizaciones como vehículos que nos permiten
realizar nuestras más caras aspiraciones, que deben estar acompasadas con el
desarrollo ideológico, político, económico de las mayorías. En esa medida,
nuestra aspiración es lograr que el poder –como concepto integral- esté en manos
del pueblo. Para ello es necesario que los trabajadores y demás sectores
explotados y oprimidos por los dueños del capital tengan conciencia social.
Así, una de las tareas principales de Cobas es formar esa conciencia. La
formación de conciencia debe redundar en organización y movilización de la
población. Desde ese punto de vista, Cobas no es depositario de la verdad
absoluta ni pretende descalificar a nadie. Lo que busca Cobas es la organización
y participación de los obreros y el pueblo a fin de superar la crisis que
tenemos como izquierda revolucionaria y que ellos sean los verdaderos
protagonistas del proceso, detentando el poder que vamos construyendo a lo
largo de esta sinuosa ruta.
¿Qué se
propone Cobas?
Cobas, en primer lugar, se propone colocar al centro de
las transformaciones a la clase obrera, lo cual requiere madurez histórica,
política y social por parte de los trabajadores y de la clase como tal. Eso es
un trabajo a largo plazo.
Se sabe que la clase obrera en un país madura cuando ha
logrado despegarse de la influencia ideológica y política que le dejan tanto
sus orígenes campesinos como la que le ejerce la burguesía en estos dos
ámbitos. También lo hace cuando asimila y desarrolla su ideología en el tiempo
y en el espacio en que actúa. Así mismo, madura cuando interioriza su propia
experiencia de lucha, la de las clases cercanas y la de sus enemigos y hace intimo
el acumulado universal aportado por la historia de la lucha de clases.
En ese orden de ideas, se requiere analizar esa experiencia
desde el punto de vista proletario. Parte de nuestro deber es saber hacerlo.
Ahora bien, no sólo se requiere la madurez de la clase sino también la de sus
representantes políticos. Es necesario que la izquierda marxista contemporánea alcance
su madurez política para que la clase y el movimiento revolucionario se conviertan
en fuerza política que influencie a toda la sociedad.
Pero además, Cobas se propone desarrollar una propuesta
nacional cultural. No somos nacionalistas pero actuamos en un país específico,
Colombia, el cual aspiramos a integrar en una sola nación con sus pares en
América Latina. Desde ese punto de vista, Cobas tiene como norte lograr que las
mayorías en Colombia asuman la ideología y la política de la clase obrera como
suya propia, participando concientemente en la construcción de hegemonía
incluyente y viendo representados sus intereses y aspiraciones en el programa
democrático revolucionario. Tal tarea debe tener una consistencia histórica. Y
la consistencia sólo puede ser posible si la propuesta alcanza el rango de
cultura. Es decir, sí y sólo sí se encarna en costumbres, usos, valores,
lógicas, símbolos, folclor y arte creado y practicado por el pueblo. Eso es lo
que ha logrado la burguesía. Construir una cultura dominante que impregna todas
las actividades de la población. Si nosotros no logramos derrotar la cultura
burguesa, que determina el desarrollo cotidiano de la vida económica, social,
política e ideológica de las mayorías, incluso de nuestros militantes, podremos
obtener victorias pasajeras, más no el triunfo definitivo. El reto, entonces,
es construir “el hombre nuevo” no como ejercicio individual, de auto
perfeccionamiento, sino como actividad colectiva de manifestación de una nueva
cultura, la cultura proletaria, que es capaz de cambiar, en el largo plazo,
todas las concepciones y practicas de la mayorías.
También Cobas va a cristalizar un programa democrático-revolucionario,
que sintetice las aspiraciones que tienen tanto la clase obrera como el pueblo
en nuestro país en la actual etapa de la lucha de clases. Ello configura un primer
paso estratégico dentro de las transformaciones a construir. En esa etapa es
necesario hacer una alianza con todas las clases y sectores sociales,
antiimperialistas, nacionalistas, democráticos y revolucionarios, que pretenden
al menos reivindicar la soberanía y la democracia, expresada en una nueva
institucionalidad, una nueva república democrática, con una nueva constitución,
la cual plasme transformaciones económicas básicas favorables a los
trabajadores y a la población, la nacionalización de los recursos estratégicos
con que cuenta el país, establezca la libertad política para las mayorías y
contribuya al fortalecimiento de la unidad latinoamericana. A esa nueva
institucionalidad debe corresponder un gobierno soberano, democrático, popular,
de unidad y reconstrucción nacional. Igualmente una Asamblea Nacional Popular y
una nueva justicia.
Cobas igualmente construirá movimiento revolucionario
cuyo centro vital son los movimientos sociales politizados. Si bien nuestro
esquema organizativo corresponde a la necesidad de organizar de manera muy
diversa a la población de acuerdo con sus niveles de conciencia y actividad,
éste tiene un eje principal cual es organizar, centralizar y politizar los
principales movimientos sociales. Sin influir sobre los sindicatos,
organizaciones, campesinas, indígenas, estudiantiles, etc., es imposible
construir estructuras políticas y avanzar en el acumulado y en la correlación
de fuerzas. Podríamos desarrollar estructuras políticas al margen del
movimiento, sin embargo, estas tienden al fracaso. Será desde el movimiento de
masas que se desarrolle nuestro planteamiento organizativo, el cual comprende
la construcción de Cobas, como organización política, de organizaciones intermedias,
sectoriales, como escuelas de activistas nuevos, que se estrenan en la lucha de
clases, de movimiento político de masas, como expresión organizada de las
alianzas a efectuar con aquellas fuerzas políticas, sociales, culturales, etc.,
que comparten una propuesta democrático-revolucionaria, y de fortalecimiento,
centralización, politización y movilización para el combate de las
organizaciones sociales. Por lo demás, en las coyunturas también pretendemos
movilizar y dirigir a quienes no se organizan pero son capaces de realizar
acciones concretas en esas situaciones.
Para darle paso a su
propuesta de trabajo con el movimiento social, Cobas desde ahora pretende
construir un Bloque Social de Izquierda con todas las fuerzas sociales que
influencia y con las que crean que es posible juntarse para trabajar en las
tareas antes indicadas. En ese mismo sentido, queremos plasmar con el
movimiento sindical un Bloque Sindical Clasista, que aspira a reunir distintas
manifestaciones sociales y políticas que hacen presencia en el movimiento
obrero.
Cobas desarrollará su estrategia y tácticas propias en
función de acumular fuerzas para ponerlas al servicio de los intereses
históricos de los obreros y del pueblo y en el futuro, darle el protagonismo a
los órganos de poder revolucionario, detentados por la mayoría de la población
explotada y oprimida, cosa posible sólo si se tiene una correlación de fuerzas
ampliamente favorable en todos los terrenos –ideológico, político, social,
económico-.
¿Cuál es la
diferencia con un sindicato?
Uno de los puntos centrales de acción ideopolítica y
organizativa de Cobas son los sindicatos. Empero, no somos un sindicato. Nos
diferenciamos básicamente en cuatro puntos:
a. El sindicato busca, ante todo, conquistas económicas
para los trabajadores. Desde esta actividad puede, si la mayoría de sus
miembros están de acuerdo, desarrollar propuestas políticas y participar en la
lucha de clases. Cobas se centra en desarrollar las tres grandes formas de
lucha: la lucha ideológica, la lucha política y la lucha económica. Las
articula y toma como principales las dos primeras, sin descuidar la tercera.
b. Las tareas que se propone el sindicato generalmente
están en el marco de la lucha reivindicativa. Su tarea principal está ahí, aun
cuando sus asociados acepten participar en la lucha revolucionaria. Las tareas
que se propone Cobas están en el marco político y tienen que ver con
transformar la sociedad, destruir el capitalismo y construir el socialismo.
3. Debido a su actividad, el sindicato afilia a todo
tipo de personas. Cobas lleva su política a todo tipo de personas, pero sólo
admite como miembros a aquellos que comparten plenamente su política, sus
normas y tienen capacidad de dirigir sobre todo movimientos sociales o
actividades específicas de la lucha revolucionaria.
4. El sindicato tiene unas formas de lucha de masas,
habitualmente asociadas a la conquista de sus reivindicaciones. Cobas, mientras
tanto, desarrolla múltiples formas de lucha, que correspondan a sus propósitos,
a la experiencia alcanzada tanto por la organización como por el movimiento de
masas, al estado de animo de las mayorías y a la correlación de fuerzas.
[1] Raúl Eduardo Mahecha es el más grande dirigentes obrero colombiano. Nacido en El Guamo, Tolima,
el 13 de octubre de 1884 y muerto en
Bogotá el 17 de julio de 1940. Su figura es comparable a la de Farabundo Martí
o Augusto César Sandino. Su primera gran lucha la emprendió en 1903, cuando participó
en la expedición que se opuso a la ocupación gringa de Panamá. Desde ahí se
convirtió en un antiimperialista. En 1904 se vinculó al movimiento sindical
como miembro de la
Sociedad Obrera de Calamar, Bolívar. Allí empezó su periplo
revolucionario que lo llevó al eje cafetero donde organizó 18.000 trabajadores
y promovió un paro en el que participaron 15.000. En su postura política
reivindicó la independencia de la clase obrera de la burguesía y de los
sindicatos de los partidos políticos. Entre 1915 y 1916 vivió en California,
Estados Unidos, donde se vinculó a la lucha de los obreros agroindustriales.
Esa experiencia afianzó su convicción revolucionaria y su objetivo estratégico por
conquistar el socialismo en Colombia. En 1917 regreso al país y se estableció
en Medellín, donde fundó y dirigió dos periódicos: El Baluarte, en Girardota,
en 1918, y El Luchador, en Medellín, que se imprimió entre 1919 y 1923, con los
que logró una gran influencia sobre los trabajadores del río Magdalena. En 1919
hizo un importante trabajo político con los obreros del ferrocarril de La Dorada , puerto donde había
realizado una victoriosa huelga. Por esos años fundó y organizó en Medellín una
escuela sindical, donde formó a algunos de los mejores luchadores de la causa obrera. Era un convencido de que
a las masas se les dirigía en el escenario mismo de los acontecimientos, al
tiempo que consideraba que los obreros petroleros eran la fuerza capaz de
conducir al país hacia el socialismo. Por ello, el 3 de septiembre de 1922, se
mudó a vivir en Barrancabermeja, principal punto de extracción de hidrocarburos
del país en la época. Allí fundó el periódico Vanguardia Obrera, el 12 de
febrero de 1923, y creó la
Unión Obrera , antecedente inmediato de la Unión Sindical
Obrera (USO). Fue secretario general y líder indiscutible de ella. Desde allí
promovió las huelgas de 1924 y 1927 contra la Troco donde no sólo participaron los obreros
petroleros, quienes habían formado milicias, sino también campesinos,
pobladores y comerciantes y trabajadores de todo el país, que organizaron
huelgas de solidaridad. Luchó por la soberanía nacional, la democracia y los
derechos de los trabajadores, reivindicando los tres ochos, ocho horas de
trabajo, ocho horas de estudio y ocho de descanso. Se opuso radicalmente,
además, a los enclaves extranjeros y la hegemonía conservadora. Fue un
combatiente por la unidad del movimiento obrero colombiano y por el socialismo.
En abril de 1924 participó en la Conferencia Socialista ,
evento en el cual el partido socialista adhirió a la Internacional y se
comprometió a regirse por los 21 puntos programáticos enunciados por Lenin. En
1927 se trasladó al enclave bananero del departamento del Magdalena, controlado
por la United Fruit
Company, a organizar a sus trabajadores. En corto tiempo organizó a 32.146
asalariados, quienes participaron activamente en la huelga, que desembocó en la
matanza de 1928. Fue perseguido sistemáticamente por la oligarquía y su Estado.
Cuando quiso no sólo organizar y canalizar el inconformismo de los obreros sino
también obtener respaldo político dentro de la población, fue encarcelado 30
días por denunciar, en la campaña electoral de 1923, al régimen conservador y a
los imperialistas. En 1924, tras la huelga, fue acusado de sedición, heridas,
robo y homicidio y condenado a 17 meses de prisión. En 1927, después de la
segunda huelga petrolera, se le imputó ser agitador y constituir una amenaza
para el orden público y los intereses nacionales y de los asociados, fue
encerrado en la prisión de Tunja, donde permaneció seis meses. En 1928, después
de la huelga bananera y la masacre, fue sindicado de alta traición. Huyó,
clandestinamente hacia Panamá. En abril de 1929 participó con gran éxito en el
Congreso Obrero Latinoamericano, realizado en Montevideo y luego viajó a París
donde representó a la
Confederación Sindical Latinoamericana, en el Congreso
Mundial Antiimperialista. A fines de 1930 regresó a Colombia.
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