PORQUE
CONSTRUIMOS
LA
ORGANIZACION POLITICA DE MASAS
DE
LOS TRABAJADORES.
Cuadernos
de Formación Política N°1 Comités de Base
INTRODUCCIÓN
El debate sobre la existencia de formas
político-organizativas de masas tiene ya precedentes, que se remontan a la
primigenia discusión planteada al interior de la izquierda sobre la relación
vanguardia- masas. La controversia se remite, así mismo, a las diversas
discusiones y experiencias acumuladas por algunas fuerzas alrededor de la
relación vanguardia- Organización Política de Masas –OPM- y Movimiento Político
de Masas –MPM-, así como al interior de algunas
organizaciones sociales y a la polémica sobre la relación de la OPM con el
MPM y el movimiento de masas en general.
Las divergentes apreciaciones sobre el
tema tienen viejas raíces fundamentadas, de una u otra manera, en las
controversias, que de forma diversa y en condiciones diferentes a las nuestras,
han sido libradas a lo largo del tiempo por las diferentes corrientes
internacionales que reivindican el marxismo -leninistas, trostkistas,
stalinistas, maoístas, etc.-. Indudablemente quienes han dado mayor riqueza y
brillo propio al tema han sido los Leninistas, pues desde ese enfoque han
logrado plantear un esquema organizativo flexible, propicio de aplicar a
diversas condiciones y escenarios económico-sociales y bien vale la pena
estudiarlo para repasar los aportes que se pueden adaptar a nuestra situación
concreta.
Igual importancia tiene para nosotros
conocer y analizar a fondo la variada experiencia organizativa desarrollada por
nuestro pueblo, por sus organizaciones y por los pueblos latinoamericanos y sus
expresiones revolucionarias.
Una buena parte de la contradicción existente
tanto al interior de la fuerza como de la izquierda colombiana tiene que ver
con la caracterización del problema organizativo, el
cual contempla los
siguientes ingredientes: definir
que es el Movimiento Revolucionario y, a su vez,
precisar cuales son sus diversos componentes; especificar el papel que cumple
en el proceso la Fuerza Social Revolucionaria -conjunto revolucionario popular
sobre el cual han de apoyarse los destacamentos más avanzados para poder
dirigir y hacer la revolución- y conceptuar sobre el poder popular, aclarando
si tenemos un enfoque instrumentalista y
populista o marxista sobre este importante tópico.
Quizás el grado de empirismo y desprecio por la
teoría en que hemos caído en el terreno organizativo, nos
hace olvidar a menudo la importancia de la experiencia universal y nacional
vivida en este campo, así como las diferentes discusiones desarrolladas por los
marxistas. Los resultados de estas y su comprobación práctica nos puede servir
de fuente de análisis y reflexión para resolver los problemas por los que hoy
atravesamos, los cuales no podemos mirar desde un punto de vista puramente
empírico, sino, precisamente, desde un ángulo dialéctico.
El estudio de la teoría marxista de
organización juega un papel importante en el análisis de nuestra realidad
organizativa. La polémica que se inicia debe tomar en cuenta que hay que “tener
siempre presente que el socialismo desde que se ha hecho ciencia, exige que se
le trate como tal, es decir, que se le estudie”[1]. Debemos, entonces, saber
combinar el análisis de la realidad con la racionalización de las experiencias
propias y con la investigación sobre la experiencia organizativa universal del
marxismo-leninismo. En este documento trabajamos por sistematizar y sintetizar
esos tres elementos y desde ahí aspiramos a sacar conclusiones.
El presente documento ha sido estructurado con
base en una serie de aspectos generales que contemplan los argumentos teóricos
y prácticos reafirmantes en la construcción de las OPM por frentes de masas.
Por tanto, el material tiene dos propósitos centrales: recoger la experiencia
vivida en dicho campo y fundamentar la necesidad de construir la OPM de los
trabajadores y, al mismo tiempo, demostrar la validez de impulsar estas formas
organizativas en cada una de las clases y sectores sociales más importantes
componentes del bloque dominado existente en nuestra Nación.
El texto muestra, ha sido estructurado de lo
general a lo particular y hace parte de un conjunto de documentos que tratan
sobre los criterios políticos generales que hay que tomar en cuenta para
definir las formas organizativas de masas a impulsar en el proceso
revolucionario colombiano; caracteriza las formas organizativas intermedias u
organizaciones políticas de masas y, precisa cuales son las diferencias y
complementaciones que existen entre las organizaciones políticas de masas el movimiento político de
masas.
Su contenido describe, en términos
amplios, cada uno de los elementos que convalidan la existencia de las OPM. En
primer lugar, describimos porque posibilita canalizar políticamente la
diversidad social existente en la Formación Económica Social Colombiana; en
segundo lugar, planteamos porque es el resultado de la experiencia nacional e
internacional de los revolucionarios; en tercer lugar, argumentamos porque
facilita superar los vacíos existentes en la relación izquierda-movimiento de
masas; en cuarto lugar, exponemos porque su construcción corresponde a la
concepción de poder popular, que históricamente hemos levantado; en quinto
lugar, expresamos porque corresponde esta forma organizativa a un nivel de
desarrollo de la conciencia y de la actividad de los revolucionarios y en
quinto lugar, concluimos porque es la opción política y organizativa que mejor
se adapta a la situación de guerra que vivimos.
Este último aspecto es el que queremos recalcar
en esta introducción, pues la ofensiva militar burguesa -con sus diversas
expresiones militares y paramilitares- se lleva a nuestros mejores
combatientes, amedrenta a los trabajadores, elimina las mínimas garantías
políticas necesarias al desarrollo de una praxis revolucionaria abierta, arrasa
con las organizaciones sociales, viola todo principio universal de respeto a
los derechos humanos y a las normas éticas internacionales propias de los
conflictos políticos, sociales y militares internos.
La burguesía y el imperio del Norte
sueñan con obtener en Colombia un triunfo militar al estilo Pinochet o
Fujimori, para consolidar su proyecto neoliberal y el saqueo transnacional; esa
macabra quimera implica el arrasamiento de la insurgencia, la destrucción de
toda oposición política y la desaparición de las organizaciones sociales o su
anexión al proyecto contrarrevolucionario. Tan criminal y antipatriótico
propósito no pasará sí logramos adaptarnos rápidamente a la realidad de guerra
total que se nos ha planteado. Tenemos que ser concientes ahora del peligro que
tenemos al frente y luchar denodadamente por derrotarlo. Vivimos tiempos
decisivos para la patria, los trabajadores y el pueblo. No seamos inferiores a
nuestro compromiso social y político, organicémonos para derrotar a quienes
traen explotación, opresión, ruina, desolación y muerte a nuestras vidas,
hogares y a la sociedad: la oligarquía criolla y el imperialismo.
Existen una serie de razones políticas e
históricas que afirman la validez de la construcción del Movimiento
Revolucionario, de la Fuerza Social Revolucionaria, de sus instrumentos
políticos: Vanguardia, Organización Política de Masas -OPM- y Movimiento Político
de Masas -MPM-. De igual manera, constatan la necesidad de lograr que las
organizaciones sociales asuman un carácter, un papel y una forma de
construcción política.
Es nuestra intención en este documento
únicamente referirnos a la OPM. Por ello nos centramos en esta exposición, en
justificar la edificación histórica de este instrumento organizativo en
nuestras condiciones concretas, viéndolo valido únicamente como herramienta de
trabajo organizativo y no como propósito o fin político.
Expongamos, pues, los motivos que nos
llevan a considerar pertinente la construcción de la OPM de los trabajadores.
1. ES LA RESPUESTA ORGANICA QUE CANALIZA LA
DIVERSIDAD SOCIAL DE LA FESC
En la Formación Económica Social
Colombiana -FESC- existe una abigarrada estructura de clases, capas, sectores y
estamentos sociales, que complejizan no solo la lucha de clases sino, también,
las formas organizativas a impulsar por los revolucionarios, destinadas a
catalizar y canalizar estratégicamente el conflicto social.
El carácter capitalista dependiente de
nuestro país si bien ha conllevado un proceso de disolución de una buena parte
de las relaciones económicas precapitalistas, a su vez, no ha dado origen a un
amplio y profundo desarrollo industrial, que posibilite el crecimiento y
consolidación de la clase obrera como el
conglomerado social más importante de la Nación, desde el punto de vista
cuantitativo y cualitativo; a lo que condujo ese tipo de desarrollo fue al
nacimiento y crecimiento de multitud de sectores sociales, que por su gran
diversidad hacen supremamente compleja la estructura de clases de nuestra
Formación Económico-Social -FESC-.
Desde mediados de la década de los cincuenta,
durante la última etapa de la guerra civil no declarada, conocida por todos
nosotros como la época de “la violencia”, hubo un crecimiento de enormes
proporciones de los llamados sectores populares -semiproletariado y pequeña
burguesía urbana-, de los trabajadores del sector servicios, de las capas
medias y, en menor medida, del proletariado industrial y agrícola.
Esta gran diversidad social nos plantea
el interrogante de como incorporar al movimiento revolucionario al conjunto de
explotados y oprimidos del país, que tienen contradicciones generales y
especificas con el Bloque Dominante.
Cuales son, pues, las formas
organizativas que pueden potenciar la energía revolucionaria de estas clases,
capas, sectores y estamentos sociales. Sin duda alguna para nosotros, uno de
los instrumentos organizativos vitales para realizar esta tarea es la OPM. Ella
no solo facilita potenciar y canalizar esa energía sino, también, dirigirla
hacia la construcción de un gran Movimiento Político de Masas de carácter
Democrático y Revolucionario.
La principal razón para respaldar esta
afirmación es que quienes componen la OPM recogen las reivindicaciones y
particularidades de la clase, capa, sector o estamento social donde actúan y
las ligan a los intereses generales del proletariado, de la sociedad y de la
Nación. Con ello garantizan que esos intereses se reflejen en una propuesta
política sectorial y, a su vez, se articulen a un proyecto de liberación
económica, política y social dirigido por la clase obrera: única garantía de
avanzar hacia el socialismo.
2. ES FRUTO DE LA EXPERIENCIA NACIONAL E INTERNACIONAL DE
LOS REVOLUCIONARIOS
Las OPM no son invención nuestra. Hacen,
por tanto, parte de todo el bagaje instrumental construido por el
marxismo-leninismo en su accionar a lo largo y ancho del mundo, como del
acumulado organizativo internacional alcanzado hasta el presente por la clase
obrera. En ese sentido, hay un amplio acervo político-organizativo mundial,
latinoamericano y nacional, que a continuación exponemos:
A.
El acumulado marxista-leninista en cuanto a formas intermedias de organización.
El marxismo ha tenido una rica y variada
experiencia organizativa internacional, que le ha permitido desarrollar
diversas propuestas en este terreno -entre ellas las de las organizaciones
intermedias, denominadas por nosotros Organización Política
de Masas-, aplicables específicamente a
condiciones sociales y políticas determinadas. La mas rica de esta es la
experiencia leninista, que apunta a solucionar tanto el problema de los niveles
organizativos necesarios para el desarrollo y la incorporación política del
pueblo a la lucha revolucionaria como el de la construcción de la misma
dirección política del proceso revolucionario.
Si bien, Lenin adjudica a la vanguardia
el papel de dirigir tanto el proceso revolucionario en su conjunto como a todas
las demás instancias organizativas que participan en este, no se limita a
reducir el espacio organizativo revolucionario y popular a la vanguardia.
En efecto, plantea que deben existir una
serie de organizaciones que agrupen a todo aquel que quiera participar en él y
en sus diversos niveles de desarrollo. Desde los más clandestinos y estrechos
hasta los más legales y amplios. Al respecto anota que “existe toda una cadena
de eslabones empezando por el puñado que forma un núcleo muy clandestino y
estrecho de revolucionarios profesionales (centro) terminando en una masiva
organización sin miembros... esta claro de por sí que estos eslabones
intermedios se encontrarán en medio de la organización de revolucionarios y la
organización de masas; en medio por el tipo de su estructura, es decir, serán
menos estrechos y clandestinos en el centro, pero más que una unión de tejedores, etc.”[2].
Y un tiempo después se reafirma en la
misma idea al escribir respecto al tema organizativo: “Ha olvidado (Trostki)
que en mi libro (Que hacer?) presupongo
una serie de organizaciones de tipos diversos, desde las más conspirativas y
estrechas hasta las más amplias y
‘libres’.. ha olvidado que el partido
debe ser únicamente el destacamento de vanguardia y dirigente de la inmensa masa de la clase
obrera, la cual actúa en su totalidad (o casi en su totalidad) bajo la
dirección y el control de las organizaciones del partido, pero que en su
totalidad no pertenece ni debe pertenecer al partido”[3].
Más tarde, en los albores de la
revolución de 1905, Lenin propone que los sectores avanzados del movimiento
obrero, la capa intermedia entre las masas y los revolucionarios profesionales,
estén dentro del partido. “Por el grado de organización en general , y por el de clandestinidad en
particular, pueden más o menos distinguirse, poco más o menos, las categorías
siguientes:
a. Organizaciones de revolucionarios
b. Organizaciones de obreros, lo más amplias
y diversas posibles (me limito a la clase obrera, suponiendo como cosa que se
entiende por sí misma que, en determinadas condiciones , ciertos elementos de
otras clases entrarán también en otras organizaciones). Estas dos categorías
constituyen el partido. Luego;
c. Organizaciones obreras adheridas al
partido;
d. Organizaciones obreras no adheridas al
partido,
pero subordinadas de hecho a su control y dirección;
e. Elementos no organizados de la clase
obrera
sometidos también en parte, al menos en el caso de grandes manifestaciones de
la lucha de clases, a la dirección de la Socialdemocracia.
Así es, aproximadamente, como están las
cosas desde mi punto de vista”[4].
Stalin, por otro lado, también reconoce
que al lado de la vanguardia existen otra serie de organizaciones políticas y
sociales de la clase obrera, dándole continuidad a las ideas leninistas en este
campo. Empieza por clarificar que “el partido es el destacamento avanzado de la
clase obrera. Pero el partido no es la única organización de la clase obrera. El proletariado cuenta
con muchas otras organizaciones sin las
cuales no podría luchar con éxito contra el capital; sindicatos,
cooperativas... organizaciones femeninas sin partido, prensa, organizaciones
culturales y educativas, uniones de la juventud, organizaciones revolucionarias
de combate”[5].
De igual manera, aclara que “La inmensa
mayoría de estas organizaciones son organizaciones sin partido y solo unas
cuantas están directamente vinculadas al partido o son ramificaciones suyas”[6]. Y sobre esta base se
pregunta y al mismo tiempo responde: “Pero como llevar a cabo la dirección
única, con tal abundancia de
organizaciones? Qué garantía hay de que esta multiplicidad de organizaciones no
lleve a incoherencias en la dirección? Cada una de estas organizaciones actúa
en su propia órbita y por ello no pueden entorpecerse las unas a las otras.
Esto naturalmente, es cierto, pero
también lo es que todas estas organizaciones tienen que desplegar su
actividad en una misma dirección, pues sirven a una sola clase, a la clase de
los proletarios”[7]
Por otro lado, el gran revolucionario
italiano Antonio Gramsci contribuye al desarrollo del debate cuando escribe, refiriéndose a las
características político-organizativas del Partido Marxista, que para la
existencia misma de este “es preciso que coexistan tres elementos fundamentales:
a. Un elemento indefinido, de hombres
comunes, medios, que ofrecen, como participación su disciplina y su
fidelidad, más no el espíritu creador y
con alta capacidad de organización. Sin ellos el partido no existiría, es
verdad, pero es verdad también que el partido no podría existir solamente con
ellos. Constituyen una fuerza en cuanto
existen hombres que los centralizan, organizan y disciplinan, pero en ausencia
de esta fuerza cohesiva se dispersarían y se anularían en una hojarasca
inútil...
b. El elemento de cohesión principal, centralizado en
el campo nacional, que transforma en potente y eficiente a un conjunto de
fuerzas, que abandonadas a sí mismas
contarían cero o poco menos. Este
elemento está dotado de una potente fuerza de cohesión, que centraliza y
disciplina y sin duda a causa de esto está dotado igualmente, de inventiva...
Es verdad también que un partido no
podría estar formado solamente por este elemento, el cual sin embargo tiene más
importancia que el primero para su construcción...
c. Un elemento medio, que articula el
primero y el segundo, que los pone en contacto no solo físico, sino moral e
intelectual. En la realidad, para cada partido existen proporciones definidas
entre estos tres elementos y se logra el máximo de eficiencia cuando tales
proporciones definidas son alcanzadas”[8]. En consonancia, podemos
sacar varias conclusiones de la experiencia marxista en el terreno
organizativo. Ellas son:
· Las formas
intermedias de organización -OPM- han sido desarrolladas ya desde principios de
siglo,
en algunos casos como organizaciones de “fuera” de la vanguardia y, en otros,
como integrantes de esta[9]; son, desde el punto de
vista de los clásicos del marxismo, instrumentos necesario para llevar la
política a las masas, hacer participar
orgánicamente en la revolución a sectores avanzados del movimiento de masas y
ejercer sobre él un grado de conducción política, determinado por las
condiciones particulares de cada proceso.
· Existen
multiplicidad de formas organizativas dentro del proceso que deben tener una
dirección ideológica y política unificada, así tengan diversas
direcciones desde el punto de vista organizativo. Esas formas deben realizar su
actividad en pos de construir un horizonte único, pues están al servicio de la
clase obrera y el pueblo en miras de contribuir a desarrollar el proceso de
acumulación de fuerzas, construir el poder popular, llevar a la clase obrera y
al pueblo a participar en la revolución y a realizar sus fines históricos
últimos.
· Existen tres
niveles orgánicos generales dentro del movimiento revolucionario -estén
dentro de la estructura de vanguardia o
no-, que representan: el uno a la dirección del proceso revolucionario en su
conjunto -el elemento de cohesión principal en Gramsci y la Organización de
Revolucionarios en Lenin-; el otro la capa intermedia, que es capaz de unir a
la dirección revolucionaria con las masas -elemento medio en Gramsci y
Organizaciones intermedias u organizaciones obreras partidarias lo más amplias
y diversas posibles en Lenin-; y, el tercero, que representa a las masas
-elemento indefinido en Gramsci y organizaciones obreras adheridas al partido,
organizaciones obreras no adheridas pero subordinadas al control y dirección
del partido y elementos no organizados sobre los cuales el partido ejerce la conducción en las coyunturas históricas,
según Lenin-. Estos tres elementos son inseparables en el proceso y solo construyéndolos y sabiéndolos
combinar adecuadamente se puede lograr la victoria revolucionaria.
· Existe la
necesidad de organizar políticamente a las masas y hacer que estas construyan
sus propios espacios políticos. Organizar políticamente a las masas y
trabajar por su desarrollo político significa subordinar a este objetivo todas
las tareas parciales y los distintos procedimientos de organización y de lucha;
construir la más extensa y amplia organización política de masas, ligándola a
lucha que libran cotidianamente los trabajadores y desarrollar permanentemente,
en profundidad y extensión, la agitación y propaganda política. La historia nos
demuestra que los obreros y los sectores populares alcanzan diversos niveles
políticos de organización, cuyo carácter depende, en gran medida, de las
condiciones concretas en que se desenvuelve la lucha de clases. Al nivel
intermedio corresponden las OPM. Tales organizaciones pueden ser agrupadas en
un gran Movimiento Político de Masas, el cual potencia y centraliza las
mayorías y las hace ser eficaces y poderosas en el combate contra sus enemigos.
3. LA OPM ES
RESULTADO DE LAS EXPERIENCIAS ORGANIZATIVAS REVOLUCIONARIAS EN AMÉRICA LATINA.
La experiencia de construcción de
OPM se ha vivido no solo en nuestro país sino también en el Cono Sur -Argentina
y Chile- y en América Central -El Salvador, Nicaragua y Guatemala-. Esas
experiencias nos han arrojado resultados positivos y negativos. Quizás el mayor error en América
Latina en la construcción de OPM es el haber partido de la visión aparatista
-esta forma organizativa es simplemente un aparato más de la vanguardia-, instrumentalizándose
con ello su dirección ideo-política y organizativa, cayéndose en la destrucción
de su iniciativa y de su capacidad para captar todo el torrente
político-organizativo que genera el movimiento de masas.
Una de las experiencias más
aleccionadoras de aporte de las OPM al proceso revolucionario Latinoamericano
la podemos encontrar en Nicaragua, donde surgieron entre otras organizaciones
el Frente Estudiantil Revolucionario -FER- Sandinista, la Juventud
Revolucionaria Nicaragüense -JRN-, el Movimiento Cristiano Revolucionario
-MCR-. Estas formas organizativas políticas de masas estaban inscritas dentro
de la política general del Frente Sandinista de Liberación Nacional, pero, a su
vez, desarrollaban una política particular para cada sector social. Ello jamás
dificultó llevar una única orientación política global a un sector en específico.
Por medio de ellas no solo se logró crear
una escuela inagotable de cuadros revolucionarios sino también se potenció al
movimiento de masas como movimiento político. En esta experiencia la OPM logra
un gran prestigio dentro del pueblo, desarrolla una amplia capacidad de lucha y
construye una inequívoca vocación de poder.
4. ES PRODUCTO DE LA RACIONALIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA
ORGANIZATIVA DESARROLLADA POR DIVERSOS MOVIMIENTOS POLÍTICOS DE MASAS EN
NUESTRO PAÍS.
Dos de los problemas no resueltos, dentro del
acontecer histórico del movimiento de masas de nuestro país, son el de la
conducción política permanente y el de la existencia de una columna vertebral
que le permita tener continuidad, profundidad y extensión a los Movimientos
Políticos de Masas. Recordemos casos como el del Frente Unido de Camilo Torres,
que se disolvió al no tener un sostén político-organizativo duradero. Esta es
una experiencia histórica bastante aleccionadora para nuestro caso.
Por otro lado, los
movimientos sociales y sus protestas no logran expresarse de una manera
coordinada en el tiempo y en el espacio y no trabajan por centralizarse ni por
construir el poder popular, cosa que los lleva a ser coyunturalistas,
espontaneístas y economicistas.
Entonces, ¿Orgánicamente cómo podemos
responder a semejantes retos? Empecemos por decir que la columna vertebral del
movimiento de masas debe estar conformada por cuadros y activistas organizados
con real capacidad de conducción. El movimiento por si solo no puede dotarse de
una conducción y emprender las múltiples tareas que se requieren para lograr el
triunfo en la lucha de clases. Esta
organización de activistas y cuadros- que es escuela permanente de formación de
nuevos revolucionarios- es la OPM.
Ella es la que debe darle continuidad al
movimiento y contribuir a su centralización en una propuesta
político-organizativa mucho más amplia, que agrupe a todas las masas; es la que
debe dirigir coordinadamente la protesta y la confrontación que libran las
Organizaciones Sociales contra el régimen burgués y la que encabeza, en estos
espacios, la construcción del poder popular.
5. ES LA SINTESIS ORGANIZATIVA DE LA EXPERIENCIA POLÍTICA DE
NUESTRA FUERZA.
Como herederos políticos de Camilo Torres, el
más grande revolucionario democrático contemporáneo que ha producido América
Latina, y articuladores de los aportes de los revolucionarios premarxistas y
marxistas de esta parte del Mundo, podemos identificar tres grandes momentos en
nuestra construcción orgánica de formas políticas de masas al interior del movimiento de masas. Ellos son:
a. La construcción del Frente Unido.
En cuanto al Frente Unido hay valiosas
lecciones que aprender. En su inicio parte de aglutinar, como propuesta
democrática, a diversas fuerzas de centro de esa época -MRL Línea Dura, ANAPO,
Democracia Cristiana-, quienes se acercan y participan pasajeramente en el
Frente motivados básicamente por razones electorales; también centraliza a
diferentes expresiones de izquierda -MOEC, PCC, Vanguardia Nacional Popular,
PSR-ARCO, FUAR-, a compañeros miembros de fuerzas insurgentes -las cuales
recién aparecen en ese momento en el país-
y a distintos sectores que se encuentran organizados en diversos movimientos
sociales.
Todas estas formas organizativas
confluían allí al estar de acuerdo con la Plataforma de Lucha lanzada por
Camilo. Viendo críticamente la participación en el Frente de todas estas
fuerzas políticas, su fundador toma como principal preocupación organizar las
bases que no tenían ninguna militancia política. Así lo expresó en varias
oportunidades “el pueblo se ha dado cuenta de que la organización es la base
del movimiento revolucionario... la organización de la base es un hecho que
crece con una celeridad insospechada.
...El Frente Unido del pueblo está
constituido por los movimientos políticos organizados que hayan aprobado la
plataforma de lucha y por todos los colombianos (liberales, conservadores,
anapistas, lopistas, MRL, comunistas, expulsados o no, organizados o no,
demócratas cristianos, independientes, etc,) que aprueben esa misma plataforma.
Necesitamos unir a los oprimidos contra los opresores. Pero en
Colombia la mayoría de los oprimidos no pertenecen a los grupos políticos
organizados. Son los no alineados, los que quieren en su mayoría la revolución,
pero no están organizados. ¿Cuál es entonces el deber de los revolucionarios más
concientes, mas organizados, no tanto en su grupo sino en la revolución
colombiana? Pues organizar los no
alineados, por eso, la preocupación central del Frente Unido es organizar los
no alineados. Hacer que se alineen”[10]
Camilo parte de que la agitación política
ha facilitado la movilización popular, pero visualiza que esta aun no se ha
transformado en organización; se propone entonces pasar a tomar como tarea
central la organización política del pueblo, pues si bien ella existe a nivel
nacional es todavía muy débil y dispersa. Hay que lograr complementar la
extensión del Frente Unido con la consolidación de la calidad de sus formas
organizativas de base, que el mismo Camilo va a clasificar en tres tipos:
· Comandos
homogéneos de los grupos organizados que participan formal e informalmente, del
Frente Unido.
· Comandos mixtos
constituidos con elementos de los grupos organizados y por los no alineados.
· Comandos
homogéneos de “no alineados” en otros grupos.
Los no alineados van a ser el fundamento
orgánico para construir un Movimiento Político de Masas, de ahí que Camilo
plantee que la constitución de comandos de este tipo es la tarea orgánica esencial
de los revolucionarios dentro del Frente Unido. Estos comandos son la primera
forma de organización intermedia -OPM-, que conocemos en la historia política
de la izquierda colombiana.
Pero Camilo no se limita a construir esa
forma organizativa sino que, además, se propone estimular y apoyar a las
organizaciones sociales de obreros, campesinos, pobladores, estudiantes tanto
en sus luchas reivindicativas como en la transformación de estas últimas en
luchas políticas, que los conduzcan a la construcción del poder popular y la
toma del poder político.
Las principales enseñanzas que se
desprenden de esta experiencia son:
· Las alianzas
políticas y sociales hechas por los revolucionarios se van decantando por medio de la
lucha ideológica y política librada al interior del trabajo de masas.
· Los Movimientos
Políticos de Masas son espacios muy amplios de organización de la población
explotada y oprimida y deben servir para incorporar a los de abajo a
la lucha revolucionaria. Lo fundamental es organizar a los “no
alineados”.
· Sin una columna
vertebral política los proyectos políticos de masas no pueden sobrevivir. Esta columna
vertebral para Camilo la constituían las formas de organización intermedia
-OPM-, denominadas por él Comandos del Frente Unido.
· Las
organizaciones sociales no deben limitarse a desarrollar la lucha
reivindicativa sino que deben orientar sus esfuerzos a construir el poder
popular y a desarrollar la lucha política para ayudar a conquistar el poder
para el pueblo.
b. La construcción del FER y los CTS.
La segunda gran experiencia que
intentamos desarrollar, esta propiamente como OPM, fue la de la construcción de
los Colectivos de Trabajo Sindical -CTS-, como OPM de los trabajadores y el
Frente Estudiantil Revolucionario Sin Permiso -FERSP-, como OPM de los
estudiantes. ¿Que nos deja esta
experiencia?
· Un buen
acumulado político-organizativo, que luego perdimos por la incapacidad
para formar una gran capa de cuadros revolucionarios, la escasa diferenciación
que hicimos entre los espacios naturales de las masas y sus organizaciones
políticas, la poca ductilidad para canalizar las coyunturas políticas
favorables, la baja capacidad de conducción política nacional y la existencia
de serias contradicciones políticas a nuestro interior en torno a la línea de
construcción de la Fuerza Social Revolucionaria -FSR- en nuestro país
-contradicciones que estallaron posteriormente con la experiencia de A Luchar-,
cosa que dio al traste con la existencia de este par de experiencias.
· Un buen
acumulado teórico-práctico en torno a como construir este tipo de
instrumentos revolucionarios. No solo se logró reactivar el movimiento sindical
y el movimiento estudiantil sino demostrar que esta forma organizativa era
alternativa política para los activistas y para quienes surgían en la lucha
revolucionaria; además, era considerada como vocero de las reivindicaciones
políticas de los movimientos sociales en donde actuaba. Así mismo, se consiguió
decantar posiciones teóricas y alcanzar un buen acumulado en este campo, que
nos sirve hoy como pilar para argumentar y construir la nueva experiencia a
desarrollar.
· Capacidad para
formular propuestas organizativas de tipo estratégico para algunas de las
clases, capas, sectores y estamentos sociales del bloque dominado. Con ellas
avanzamos a construir propuestas políticas específicas, que valga decir, no
pudieron trascender en el largo plazo. Sin embargo, nos dejaron puntos
importantes de partida, que se constituyen en piedras angulares a retomar y
aplicar en las actuales circunstancias...
· Capacidad para
construir desde el acumulado de las OPM el Movimiento Político de Masas, lo que
constituía el primer intento, desde el Frente Unido, que hacíamos por dar un
salto político-organizativo dentro del movimiento de masas. Desde las OPM se
vislumbraba la construcción de A Luchar como la expresión embrionaria de
Movimiento Político de Masas; esta posición fue reiteradamente derrotada a su
interior. La posición mayoritaria, en ese entonces, convirtió esa organización
en una especie de partido político de masas-Organización Política de Masas
única-, más con el fin de construir un espacio de dirección política del
proceso revolucionario, alterno al de las vanguardias, que con el propósito de
levantar un proyecto revolucionario de masas-Movimiento Político de Masas-.
c. La construcción de A Luchar.
La experiencia más reciente de
construcción de Movimiento Político de Masas, partiendo del acumulado alcanzado
en gran medida por las OPM, es el de A Luchar. Este proceso atravesó por tres
fases bien definidas, que podemos caracterizar así:
*El acuerdo político-sindical. A Luchar nace
como un acuerdo táctico de diferenciación de diversas corrientes políticas que
actúan al interior del movimiento sindical -hace parte de esta alianza inicial
los Colectivos de Trabajo Sindical-, frente a la propuesta de paz y negociación
que adelantan una buena parte de las fuerzas insurgentes con el Gobierno de
Belisario Betancourt. Dicho acuerdo permite capear la ofensiva ideológica y
política así como una buena parte de la guerra sucia, que recae sobre las
dirigentes de las organizaciones sociales del pueblo. Ante ese éxito parcial,
se ve perspectiva a la alianza dentro del movimiento de masas, pues va ganando
un buen espacio no solo al interior de los sindicatos sino, también, en otros
escenarios sociales y políticos. Por ello se define integrar allí a otras
experiencias de OPM construidas por nuestra fuerza.
*La alianza entre OPM de diversos
frentes de masas y organizaciones
partidarias. Una vez rebasa los marcos sindicales, A Luchar es el fruto
de un acuerdo de confluencia táctica entre las OPM de la Fuerza, las
expresiones agonizantes del Movimiento Pan y Libertad, la Corriente de
Integración Sindical, algunas fuerzas independientes y algunas de las diferentes
corrientes trostkistas que existían en ese momento en nuestro país. Ahí empieza
no solo la discusión frente al papel político y organizativo de este
instrumento -sus objetivos globales, estratégicos, tareas de largo plazo,
carácter, fundamentos, su accionar táctico, etc.-, sino, también, se introduce
la polémica sobre la validez de toda la teoría revolucionaria y de la práctica
y propuestas revolucionarias que han existido en el panorama nacional.
La discusión no se limita al terreno
organizativo sino que abarca al conjunto de la teoría y experiencia
revolucionaria acumulada por quienes allí participan. Con ello desborda los
marcos de A Luchar, pues lo que se pretende es cuestionarlo todo y sobre esa
base construir otro proyecto de dirección revolucionaria, que es amplio y
legal; desde muy temprano se niega la posibilidad de articular allí a las OPM y
construir, a su vez, el MPM, entendido este último como un espacio muy amplio
de alianzas de fuerzas sociales y políticas.
El desarrollo antidemocrático del debate,
su superficialidad, su instrumentalización por una corriente conformada por
trostkistas, la mayoría de los componentes del Movimiento Pan y Libertad y
algunos de nuestros compañeros conllevan a tomar una decisión funesta:
convertir A Luchar en una organización política de activistas, que pretende
erigirse en dirección burocrática del proceso revolucionario, asaltando con
ello el papel y el acumulado de fuerzas de vanguardia. Para conseguir tal
objetivo ordenan la disolución de las OPM existentes en esa época.
*Definición de ser una sola organización
política de masas pública y semilegal y
la disolución de A Luchar. Se parte de que el movimiento de masas se debe
construir sobre la base de un proyecto político general, que articule las
necesidades y aspiraciones de quienes lo componen. Conforme a este postulado,
se debe levantar una organización única de activistas que centralice todo su
trabajo. Se niega, por tanto, la necesidad de tener expresiones político-organizativas para cada
clase, sector, capa o estamento social y, al mismo tiempo, se cierra el espacio
impidiendo construirlo como alianza, pues quien no este dispuesto a disolverse
allí no puede participar.
Se plantea la existencia, dentro del
movimiento revolucionario, únicamente de la vanguardia y las organizaciones
sociales de las masas y se pretende convertir a A Luchar en parte de la
dirección revolucionaria. Pero el fracaso de estos postulados y los errores
tácticos en el manejo y dirección del acumulado aportado al proyecto por la
Fuerza llevan A Luchar “a hacer agua”; con ello llega la crisis y la propuesta
es seriamente cuestionada desde todos los ángulos, terminando por disolverse.
Dicha experiencia deja una serie de
lecciones, las cuales podríamos resumir de la siguiente manera:
· Se disuelven las
OPM
perdiéndose no solo el acumulado político sino la capacidad de conducción sobre
muchas de las organizaciones sociales existentes.
· Se comprueba la
falsedad de la tesis que niega la articulación global Vanguardia-Organización
Política de Masas y Movimiento Político de Masas, que las contrapone,
terminando en una construcción anarquista desde el punto de vista organizativo
y populista en lo político, pues no solo niega el papel de las diversas formas
organizativas que tiene el proceso revolucionario sino también el papel de la
vanguardia, la dirección revolucionaria de la clase obrera y termina levantando
una serie de reivindicaciones pequeñoburguesas, combinadas con una visión
triunfalista, facilista, cortoplacista del proceso revolucionario y de
postración política ante las masas.
· Se comprueba la
posibilidad de construir MPM y de lanzar desde allí propuestas políticas
nacionales. Posibilidad que tiene mayor proyección en la medida en que
se sepa articular la construcción de OPM con la del MPM.
· Se dispersa de
manera muy grave el acumulado de masas de la Fuerza, a nivel obrero,
campesino, popular y estudiantil. El impacto es tan grande en este campo que
prácticamente desaparecimos como Fuerza amplia del panorama político nacional.
· Se comprueba la
importancia de manejar y aplicar correctamente el marxismo-leninismo en
nuestras condiciones concretas, pues la mayoría de los dirigentes de A
Luchar renegaron del marxismo-leninismo; así mismo desconocieron conscientemente la experiencia
nacional e internacional acumulada por los trabajadores, alegando que dicho
proyecto era sui generis, por tanto, no era susceptible de englobarse dentro de
ningún esquema.
· Se amerita saber
manejar correctamente las alianzas y las contradicciones al interior del MPM,
pues fuerzas ajenas a nuestros principios y objetivos tomaron la dirección
política de A Luchar, excluyeron conscientemente a su contradictores a través
del ejercicio de la antidemocracia, estrecharon su radio de acción, sembraron
el confusionismo dentro de nuestro acumulado y terminaron por llevar el
proyecto a su destrucción.
6. FACILITA SUPERAR LOS VACIOS EXISTENTES EN LA RELACION
IZQUIERDA-MASAS
Los vacíos más notorios que ha tenido
históricamente la izquierda revolucionaria colombiana giran en torno a su estado de separación con
el movimiento de masas y, en consecuencia, se relacionan con la despolitización
del mismo. Esta realidad nos ha acompañado inexorablemente durante largo
tiempo, así recientemente se haya venido avanzando lenta, parcial y
sectorialmente en la superación de esta grave deficiencia.
La práctica política
pasada ha contribuido a que esta brecha se ensanche. Una muestra de ello es que
una gran capa de activistas revolucionarios hoy están desligados de la construcción de propuestas
políticas y de formas organizativas nacionales. Su actividad política se limita
a lo local; por otra parte, la izquierda consecuente no ha logrado captar otra
gran cantidad de revolucionarios honestos, que se desempeñan en el movimiento de
masas, debido al aislamiento sufrido, cosa que ha facilitado la labor de los
oportunistas, quienes la presentan a sus ojos como extrema izquierda.
El plantearnos centralizar una buena cantidad de
activistas y politizar el movimiento de masas, nos obliga a emprender la
construcción, en primer lugar, de un espacio organizativo donde confluyan
aquellos activistas, formas organizativas locales, corrientes revolucionarias y
nuevos combatientes que destaca diariamente la lucha de clases, quienes actúan
en un espacio de masas determinado -obrero- sindical, popular, campesino,
estudiantil, etc-. Esa confluencia debe darse sobre la base de la unidad ideo política y de otras características que
en otro material enumeraremos. Ellos deben ganar, o tener ganada, cierta
experiencia política, un nivel teórico mínimo y la experiencia necesaria para
comprometerse a llevar una vida organizativa reglamentada. Tal espacio orgánico
son las OPM.
En segundo lugar, hay que construir un
espacio mucho más amplio donde confluyan no solo las OPM sino todas las fuerzas
sociales y políticas amplias que tercian por el cambio revolucionario en el
país. Tal espacio es el Movimiento Político de Masas.
Las experiencias políticas más recientes
nos han enseñado que hay que evitar que las OPM y el MPM se conviertan en
espacios organizativos que propician la instrumentalización y el control
burocrático y vertical del movimiento de masas o en espacios de legalización de
activistas y de ejercicio del hegemonismo de una fuerza sobre las otras. Muchas
de estos males los hemos vivido una y otra vez desde la década del setenta en
expresiones orgánicas como la Unión Nacional de Oposición, el Frente
Democrático y la Unión Patriótica -impulsadas por el Partido Comunista-; el
Movimiento Firmes y la Corriente de Unidad y Democracia -impulsada por el M19-;
la Unión Democrática Revolucionaria y el Frente Popular -impulsados por el
Partido Comunista Marxista-Leninista- y A Luchar -impulsado por nosotros-.
7. SU CONSTRUCCIÓN RESPONDE A NUESTRA CONCEPCIÓN DE PODER
POPULAR
Si el pueblo es el que hace la revolución,
debemos trabajar por desarrollar su propio poder, sus propias instancias de
poder -los órganos de poder popular-. Bajo ese criterio vemos la necesidad de
construir formas político-organizativas -OPM- de largo alcance, que contribuyan
a expresar sus intereses ideo-políticos,
procesen dialécticamente la política y contribuyan a su participación
consciente en el proceso revolucionario.
Dentro de ese contexto, las OPM aportan
en el desarrollo de la confrontación, en la articulación estratégica de la
vanguardia con el movimiento de masas, en la armonización de las experiencias
políticas vividas por el pueblo y en la unidad de la teoría revolucionaria con el movimiento de masas.
Además, coadyuvan a la unidad
revolucionaria y popular en la medida en que analizan la realidad y conocen las
aspiraciones generales y especificas de los trabajadores y del pueblo; sobre esa base levantan y expresan sus
reivindicaciones económicas, sociales, políticas y culturales, las procesan y
las convierten en directrices para la acción, llevándolas a la practica en su
accionar cotidiano e influenciando con ellas tanto a otras fuerzas políticas
como a las fuerzas sociales existentes.
Las OPM orientan su esfuerzo a construir
los factores de poder esenciales para lograr cumplir con sus objetivos
históricos y para coadyuvar en la concreción de las aspiraciones de largo plazo
más sentidas por los trabajadores. De esa manera, concentran su acción en
materializar el poder ideológico, el poder político, el poder económico, el
poder social y en concitar la solidaridad y el apoyo internacional a su lucha
de liberación nacional, de solución
democrática a los problemas nacionales y de construcción del socialismo
en nuestra patria.
Los principales actores de la construcción del
poder popular son los propios trabajadores y el espacio fundamental desde donde
se puede avanzar en el cumplimiento de dicho propósito son sus organizaciones
sociales: sindicatos, cooperativas, organizaciones campesinas, populares,
estudiantiles, etc. Allí debemos centrar nuestro accionar de construcción de
poder. Es en estos espacios donde debemos aprender y enseñar a practicar la
esencia del problema del poder: que sea el pueblo el que tome autónomamente y
democráticamente las decisiones concientemente -sin caer en el populismo- sobre
sus problemas económicos, sociales, ideológicos, culturales y políticos mas
vitales, más urgentes, más transcendentales, históricos, pero, además, también,
sobre su vida cotidiana, ejerciendo, así, la autogestión popular como enfoque y
practica de ejercicio de la democracia y del poder del pueblo.
7. ES EXPRESION DE UN
NIVEL DE CONCIENCIA Y ACTIVIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS
Existen tres niveles orgánicos de
participación de los hombres en el movimiento revolucionario. Ellos expresan
los diferentes grados de desarrollo ideológico, político y organizativo que van
logrando con su participación en el proceso. Tales niveles son: de vanguardia,
intermedio y de masas, a los cuales corresponden tres formas organizativas de
tipo estratégico: la organización de vanguardia, las organizaciones políticas
de masas -OPM- y los movimientos políticos de masas -MPM- respectivamente.
La mayoría de los activistas que participan en
una OPM son compañeros que actúan en una organización social especifica,
realizan allí una labor de construcción revolucionaria, su experiencia aún es
limitada, pues no es extendida al conjunto del accionar revolucionario, su
formación ideo política todavía no es muy avanzada y su nivel organizativo está
en ascenso. Allí habitualmente hacen la escuela necesaria para formarse como
revolucionarios y alcanzar mayores niveles de conciencia y compromiso. Por todo
eso, una OPM representa un nivel intermedio de desarrollo del activista
revolucionario; pretende recoger y agrupar ante todo ese tipo de compañeros y
una buena parte de su función radica en catapultarlos ideológica, política y
orgánicamente, de acuerdo con el desarrollo individual que vayan alcanzando.
En otras palabras, la OPM es una escuela
de formación política, de fundamentación de la conciencia política, que
permite, en este caso, a los activistas sindicales madurar sus concepciones,
racionalizar su practica, hacerse a una visión acabada sobre los acontecimientos
y contradicciones nacionales, generar propuestas de solución política a todos
los problemas que van enfrentando, ganar disciplina orgánica y desarrollar
liderazgo social y político dentro de los trabajadores y el pueblo.
8.
SE ADAPTA A LAS CONDICIONES DE GUERRA QUE VIVIMOS
La OPM se adapta a las condiciones de
guerra impuestas por la burguesía en el país. Por ser una organización política
cuyo carácter depende del estadio de desarrollo de la lucha de clases, de la
correlación de fuerzas y de la actitud concreta que toman las clases
contendientes, se puede adaptar a cualquiera de las contingencias que aparecen
en esta brega. Una de ellas es la agudización de la guerra, en donde la OPM
debe actuar semiclandestina o clandestinamente, de acuerdo con la profundidad
del conflicto.
En ese sentido, los activistas de la OPM
deben ser concientes del tipo de realidad que vivimos y no caer en el
liberalismo ni en actitudes de subestimación del enemigo, cosa que puede
llevar, en las circunstancias actuales, a su destrucción.
La capacidad de adaptación táctica de la
OPM hace que pueda defender y desarrollar en todo momento, en los más variados
escenarios y condiciones, las reivindicaciones económicas, sociales, culturales
y políticas de los trabajadores.
Es, entonces, un instrumento organizativo
necesario, ágil y eficiente para avanzar en la concreción de los propósitos
trazados por los revolucionarios en momentos políticos tan difíciles como los
actuales.
Como herramienta política que le da
perspectiva de poder al movimiento obrero y sindical, como instrumento que lo
proyecta a través de propuestas políticas generales -como la de construir
Modelo de Desarrollo Democrático- y sectoriales, que desarrolla múltiples
formas de lucha y organización de los trabajadores, es el único medio político de masas de los trabajadores capaz
de enfrentar en el largo plazo y con un horizonte claro a la ofensiva burguesa.
Tiene, además, la posibilidad de dotarse del instrumental social, económico,
político e ideológico necesario para resistir su ofensiva total y para acumular
dinámicamente en las actuales condiciones de guerra.
I.
PORQUE CONSTRUIMOS ORGANIZACIONES POLITICAS DE MASAS.
Existen una serie de razones política e históricas
que nos permiten reafirmar la validez de la construcción del Movimiento
Revolucionario, de la Fuerza Social Revolucionaria y, dentro de dicho criterio,
de sus instrumentos políticos: Vanguardia, Organización Política de Masas (OPM)
y Movimiento Político de Masas (MPM). Así mismo, contemplado dentro de tal
enfoque, está el carácter, el papel y la línea de construcción de las
Organizaciones Sociales.
Es nuestra intención en este documento únicamente
referirnos a las OPM. Por ello nos centramos, en esta primera parte de la
exposición, en justificar la edificación histórica de este instrumento
organizativo en nuestras condiciones concretas, viéndolo solo valido como
herramienta de trabajo organizativo y no como propósito o fin político.
Expongamos, pues, los motivos que nos
llevan a tal afirmación:
1.
Las OPM Son La mejor Respuesta Organizativa Para Canalizar Políticamente La
Diversidad Social Contenida En Nuestra Formación Económico-Social.
En Colombia existe una abigarrada
estructura de clases, capas, sectores y estamentos sociales, que complejizan no
solo la lucha de clases sino, también, las formas organizativas a impulsar por
los revolucionarios destinadas a canalizar estratégicamente el conflicto
social.
El carácter capitalista dependiente de
nuestro país si bien ha conllevado al proceso de disolución de las relaciones
económicas precapitalistas, a su vez no ha dado origen a un amplio y profundo
desarrollo industrial que posibilite el crecimiento y consolidación de la clase obrera como el conglomerado
social más importante de la nación desde el punto de vista cuantitativo y
cualitativo; a lo que condujo este tipo
de desarrollo fue al nacimiento y crecimiento de multitud de sectores sociales,
que por su gran diversidad hacen supremamente compleja la estructura de clases
de nuestra formación económico social.
Desde mediados de la década de los
cincuenta, durante la última etapa de la guerra civil no declarada, conocida
popularmente por todos nosotros como la época de “la violencia”, hubo un
crecimiento de enormes proporciones de los llamados sectores populares
-semiproletariado y pequeña burguesía urbana-, de los trabajadores del sector
servicios y del proletariado industrial y agrícola.
Esta gran diversidad social nos plantea
el interrogante de como incorporar al movimiento revolucionario al conjunto de
los explotados y oprimidos del país, que tienen contradicciones generales y
especificas con el bloque dominante.
Cuales son, pues, las formas
organizativas que pueden potenciar la energía revolucionaria de estas clases,
capas, sectores y estamentos sociales? Sin duda alguna para nosotros, un
instrumento vital para realizar esta tarea es la OPM. Ella no solo facilita
potenciar y canalizar esa energía sino, también, dirigirla hacia la
construcción de un gran Movimiento Político de Masas de carácter democrático y
revolucionario.
2.
La OPM Es Producto De La Racionalización De La Experiencia Organizativa
Desarrollada Por Diversos Movimientos Políticos De Masas En Nuestro País.
Uno de los problemas no resueltos dentro
del acontecer histórico del movimiento de masas de nuestro país, es el de la
conducción política permanente y el de la existencia de una columna vertebral
que le permita tener continuidad, profundidad y extensión a los Movimientos
Políticos de Masas. Recordemos casos como el del Frente Unido de Camilo Torres,
que se disolvió al no tener un sostén político-organizativo duradero. Esta es
una experiencia histórica bastante aleccionadora para nuestro caso.
Por otro lado, los movimientos sociales y
sus protestas, no logran expresarse de una manera coordinada, en el tiempo y en
el espacio, y no han trabajado por centralizarse ni por construir el poder
popular. Ello les ha llevado a ser coyunturalistas, espontaneístas y
economicistas.
Entonces, orgánicamente como podemos
responder a semejantes retos? Empecemos por decir que la columna vertebral del
movimiento de masas debe estar conformada por cuadros y activistas organizados,
con capacidad real de conducción. El movimiento por si solo no puede dotarse de
una conducción y emprender las múltiples tareas que se requieren para lograr el
triunfo en la lucha de clases. Esta
organización de activistas y cuadros- que es escuela permanente de formación de
nuevos revolucionarios- es la OPM.
Ella es la que debe darle continuidad
al movimiento, contribuir a su
centralización en una propuesta político-organizativa mucho más amplia, que
agrupe a todas las masas; la que debe dirigir coordinadamente la protesta y la
confrontación que libran las Organizaciones Sociales contra el régimen burgués
y la que encabeza, en estos espacios, la construcción del poder popular.
3.
La Construcción de OPM Facilita La Superación De Los Vacios Que Tiene La
Izquierda En Su Accionar Al Interior Del Movimiento De Masas.
Los vacios más notorios que ha tenido históricamente
la izquierda revolucionaria colombiana rondan alrededor de su estado de
separación con el movimiento de masas y, en consecuencia, la despolitización
del mismo. Esta realidad la ha acompañado inexorablemente durante mucho tiempo,
así en tiempos recientes se haya venido superando esta grave deficiencia.
La práctica política pasada ha
contribuido ha que esta brecha se ensanche. Una muestra de ello es que una gran
capa de activistas revolucionarios hoy están
desligados de la construcción de propuestas políticas y de formas
organizativas nacionales. Su práctica política se limita a su actividad local;
por otra parte, la izquierda consecuente no ha logrado captar otra gran
cantidad de revolucionarios honestos, que se desempeñan en el movimiento de
masas, debido a que su aislamiento ha facilitado la labor de los oportunistas,
quienes la presentan a los ojos de muchos como extrema izquierda.
El plantearnos centralizar una buena
cantidad de activistas de masas y politizar el movimiento de masas, nos obliga
a emprender la construcción, en primer lugar, de un espacio organizativo donde
confluyan aquellos -activistas, formas organizativas locales, corrientes
revolucionarias y nuevos combatientes que destaca diariamente la lucha de
clases- quienes actúan en un espacio de masas determinado -obrero-sindical,
popular, campesino, estudiantil, etc- con unidad ideo política y otras características que más
adelante enumeraremos. Ellos deben ganar o tener ganada cierta experiencia
política, un nivel teórico mínimo y la experiencia necesaria para comprometerse
a llevar una vida organizativa
reglamentada. Tal espacio orgánico son las OPM.
En segundo lugar, hay que construir un
espacio mucho más amplio donde confluyan no solo las OPM sino todas las fuerzas
sociales y políticas amplias que tercian por el cambio revolucionario en el país.
Tal espacio es el Movimiento Político de Masas.
Las experiencias políticas más recientes
nos han enseñado que hay que evitar que las OPM y el MPM se conviertan en
espacios organizativos que propician la instrumentalización y el control burocrático
y vertical del movimiento de masas y en espacios de legalización de activistas
o de ejercicio del hegemonismo de una fuerza sobre las otras. Muchas de estos
males los hemos vivido una y otra vez desde la década del setenta en
expresiones orgánicas como la UNO, el FD y la UP -impulsadas por el Partido
Comunista-; el Movimiento Firmes y la Corriente de Unidad y Democracia
-impulsada por el M19-; la UDR y el Frente Popular, impulsado por el PCC-ML y A
Luchar -impulsado por nosotros-.
4.
Las OPM Son Fruto De Nuestra Experiencia Político-Organizativa Como Fuerza
Política.
Como herederos políticos de Camilo
Torres, el más grande revolucionario democrático que ha producido América
Latina, y articuladores de los aportes de los revolucionarios pre marxistas y
marxistas, podemos identificar tres grandes momentos en nuestra construcción orgánica
de formas políticas de masas al interior del
movimiento de masas. Ellos son:
a. La construcción del Frente Unido.
En cuanto al Frente Unido hay valiosas
lecciones que aprender. Su inicio se da como propuesta para diversas fuerzas de
centro -MRL Línea Dura, ANAPO, Democracia Cristiana-, quienes se acercan y
participan pasajeramente en el Frente por motivos electorales básicamente;
fuerzas de izquierda como el MOEC, PCC,
Vanguardia Nacional Popular, PSR-ARCO, FUAR, compañeros de fuerzas insurgentes
-las cuales recién aparecen en el país-
y sectores de los movimientos sociales.
Todas estas formas organizativas
confluían allí al estar de acuerdo con la Plataforma de Lucha lanzada por
Camilo. Viendo críticamente la participación en el Frente de todas estas
fuerzas políticas, su fundador toma como principal preocupación organizar las
bases que no tenían ninguna militancia política. Así lo expresó en varias
oportunidades “el pueblo se ha dado cuenta de que la organización es la base
del movimiento revolucionario...la organización de la base es un hecho que
crece con una celeridad insospechada.
...El Frente Unido del pueblo esta constituido
por los movimientos políticos organizados que hayan aprobado la plataforma de
lucha y por todos los colombianos (liberales, conservadores, anapistas,
lopistas, MRL, comunistas, expulsados o no, organizados o no, demócratas
cristianos, independientes, etc,) que aprueben esa misma plataforma.
Necesitamos unir a los oprimidos contra los opresores. Pero en
Colombia la mayoría de los oprimidos no pertenecen a los grupos políticos
organizados. Son los no alineados, los que quieren en su mayoría la revolución,
pero no están organizados. Cuál es entonces el deber de los revolucionarios más
conscientes, mas organizados, no tanto en su grupo sino en la revolución
colombiana? Pues organizar los no
alineados, por eso, la preocupación central del Frente Unido es organizar los
no alineados. Hacer que se alinien”[11]
Camilo parte de que la agitación política
ha facilitado la movilización popular, pero visualiza que esta aun no se ha
transformado en organización; se propone entonces pasar a tomar como tarea
central la organización política del pueblo, pues si bien ella existe a nivel
nacional es todavía muy débil y dispersa. Hay que lograr complementar la
extensión del Frente Unido con la consolidación de la calidad de sus formas
organizativas de base, que el mismo Camilo va a clasificar en tres tipos:
· Comandos
homogéneos de los grupos organizados que participan formal e informalmente, del
Frente Unido.
· Comandos mixtos
constituidos con elementos de los grupos organizados y por los no alineados.
· Comandos
homogéneos de “no alineados” en otros grupos.
Los no alineados van a ser el fundamento orgánico
para construir un Movimiento Político de Masas, de ahí que Camilo plantee que
la constitución de comandos de este tipo es la tarea orgánica esencial de los
revolucionarios dentro del Frente Unido. Además, se propone estimular y apoyar
a las organizaciones sociales de obreros, campesinos, pobladores, estudiantes
tanto en sus luchas reivindicativas como en la transformación de estas en
luchas políticas, que los conduzcan a la lucha por el poder político.
Las principales enseñanzas que se
desprenden de esta experiencia son:
· Las alianzas
políticas y sociales hechas por los revolucionarios se van decantando por medio
de la lucha ideológica y política librada al interior del trabajo de masas.
· Los Movimientos
Políticos de Masas son espacios de organización de la población explotada y
oprimida y deben servir para incorporar a los de abajo a la lucha
revolucionaria. Lo fundamental es organizar a
los “no alineados”.
· Sin una columna
vertebral política -en el caso del Frente Unido lo que Camilo llamó los
comandos-, las Organizaciones Políticas de Masas, los proyectos políticos de
masas no pueden sobrevivir.
· Las
organizaciones sociales no deben limitarse a desarrollar la lucha reivindicativa
sino que deben orientar sus esfuerzos a construir el poder popular y a
desarrollar la lucha política para ayudar a conquistar el poder para el pueblo.
b. La construcción del FER y los CTS.
La segunda gran experiencia que
intentamos desarrollar, esta propiamente como OPM, fue la de la construcción de
los Colectivos de Trabajo Sindical -CTS-, como OPM de los trabajadores y el
Frente Estudiantil Revolucionario Sin Permiso -FERSP-, como OPM de los
estudiantes.
Que nos deja esta experiencia? En primer
lugar, un buen acumulado político-organizativo, que luego perdimos por la
incapacidad de formar cuadros revolucionarios, la escasa diferenciación que
hicimos entre los espacios naturales de las masas y sus organizaciones
políticas, la poca ductibilidad para canalizar las coyunturas políticas
favorables, la baja capacidad de conducción política nacional y por la
existencia de serias contradicciones políticas en torno a la línea de
construcción de la Fuerza Social Revolucionaria en nuestro país, cosa que dio
al traste con la existencia de este par de experiencias.
En segundo lugar, nos dejó un buen
acumulado teórico-practico en torno a como construir este tipo de instrumentos
revolucionarios.
En tercer lugar, nos permitió formular
propuestas organizativas de tipo estratégico para algunas de las clases, capas,
sectores y estamentos sociales del bloque dominado. Con ellas avanzamos a
construir propuestas políticas específicas, que valga decir, no pudieron
trascender en el largo plazo. Sin embargo, nos dejaron puntos importantes de
partida, que hoy es importante retomar.
En cuarto lugar, estas OPM dieron origen
a A Luchar, lo que constituía el primer intento, desde el Frente Unido, que hacíamos
por dar un salto político-organizativo dentro del movimiento de masas.
c. La construcción de A Luchar.
Movimiento
político de masas.
Posteriormente desarrollamos la
experiencia de Monroy que ha atravesado por tres fases: de acuerdo político sindical a alianza entre organizaciones políticos de
diversos frentes de masas y partidarias
y, de esta, a la propuesta actual de convertirla en “una sola organización
política de masas pública y semilegal” o
convertirla en un movimiento político de
masas, que es nuestra propuesta, bajo un proceso que tiene varios casos que
mas adelante enumeraremos. Las experiencias de la organizaciones políticas de
masas a nivel intermedio las analizaremos en el apartado en que tratamos este
tema. En los últimos años hemos
comenzado a trabajar con el fin de organizar a las más amplias masas, y construir la dirección del movimiento
político de masas como dos aspectos
estrechamente relacionados pues la dirección no se puede construir fuera de
este sino en conjunto en este, y a la vez diferenciados, ya que el desarrollo
ideológico, político y organizativo de las organizaciones que ejercen la conducción del movimiento es más
alto que el de las organizaciones
básicas que componen el movimiento.
Nuestra
situación organizativa actual nos plantea las siguientes tareas:
Las teorías organizativas sobre Monroy
En la actualidad hay tres posiciones
sobre los niveles organizativos
necesarios para la construcción del proyecto político para el movimiento
de masas:
1. El movimiento de masas se debe
construir sobre la base de una propuesta política general que reúna las
necesidades de las diferentes partes de este, sin la necesidad de que la
propuesta tenga expresiones políticas-organizativas para cada clase, sector o
capa de nuestra estructura de clases de la formación económico-social colombiana;
2.
La de articular y desarrollar la propuesta más amplia para el movimiento de masas con
formas organizativas más reglamentadas, de carácter intermedio, que le den
solidez y continuidad dentro del panorama político nacional a la propuesta
global y le sirvan de columna vertebral
a esta. Estas organizaciones de masas de
nivel intermedio se han venido construyendo históricamente y se han
ganado un espacio político propio en los sectores más avanzados de las
masas en los diversos frentes de masas en donde se han venido construyendo;
3. Existen cuatro niveles de
organización que se deben agrupar así: a) vanguardia, b) organizaciones
políticas de masas cerradas, c) organizaciones políticas de masas públicas y d)
las masas agrupadas en formas organizativas
generales de tipo gremial.
La primera discusión que tenemos que plantear es la de los
niveles organizativos ya que para los
compañeros de la primera posición solo existe la vanguardia y la organización general
de las masas, para nosotros existen tres
niveles: de vanguardia, intermedio y de masas, y los de tercera con cuatro
niveles (tres políticos y uno gremial). A continuación explicaremos el
porque de los tres niveles y sus
características.
Para construir un movimiento político de
masas es necesario tomar en cuenta:
5.
Las OPM Han Sido Desarrolladas En Otras Experiencias Organizativas Revolucionarias Latinoamericanas.
La Juventud Revolucionaria Nicaragüense
(JRN). “Cuando formamos la JRN qué es lo que nos planteamos? Estabamos claros
de que era necesario un destacamento juvenil que pudiera llevar una sola y
única orientación a todos los jóvenes nicaragüenses. Ya existían organizaciones
que de una u otra forma venían aglutinando a los jóvenes a nivel nacional y que
tenían una influencia clara, antecedentes y trayectoria. Estaba el FER en la universidad, el movimiento cristiano y
revolucionario en los barrios, el movimiento estudiantil de secundaria y los
movimientos juveniles como organizaciones de masas de los jóvenes, pero se
trataba a todos ellos de darles una dirección única ... Reunimos el conjunto de
cuadros que habían estado trabajando a nivel juvenil y les expusimos la idea.
En la discusión salieron dos consideraciones: Si surge la JRN desaparece el
movimiento cristiano revolucionario y desaparece el FER. Si desaparece el
FER qué pasa? Es una organización que
tiene toda una historia una trayectoria consecuente durante los años más
difíciles de la lucha. Ha sido bastión de lucha del FSLN, ha recogido su experiencia, el FSLN se ha proyectado a través de esta
organización. Desbaratarlo sería posiblemente un error político. Y en cuanto al
MCR? tenían su aporte porque venia
desarrollando trabajo de barrios...pero concluimos que el FER había que
mantenerlo y el MCR había que buscar como hacerlo desaparecer” entrevista a
Carlos Nuñez, transcrita en Nicaragua y revolución, Pilar Arias Pág. 139 y 140.
6.
Las OPM Han Sido Producto De La Experiencia Organizativa Internacional Del Marxismo-Leninismo.
El marxismo ha tenido una rica y variada
experiencia organizativa que le ha permitido ir desarrollando propuestas
diferentes en este terreno, que son específicamente aplicables a condiciones
sociales y políticas concretas. La más rica de estas es la experiencia
leninista, que apunta a solucionar el problema de los niveles organizativos
necesarios para el desarrollo y la incorporación del movimiento de masas a la lucha
revolucionaria y a solucionar el problema de la dirección política del proceso
revolucionario.
Si bien Lenin adjudica a la vanguardia el
papel de dirigir el proceso en su conjunto y a todas las demás instancias
organizativas que participan en este, no se limita a reducir el espacio
organizativo revolucionario a la vanguardia.
En efecto, plantea que deben existir una
serie de organizaciones que agrupen a todo aquel que quiera participar en el
proceso. “Porque existe toda una cadena de eslabones empezando por el
puñado que forma un núcleo muy
clandestino y estrecho de revolucionarios profesionales (centro) y terminando
en una masiva organización sin miembros...esta claro de por si que estos
eslabones intermedios se encontraran en medio de la organización de
revolucionarios y la organización de masas; en medio por el tipo de su
estructura , es decir, serán menos estrechos
y clandestinos en el centro, pero más que una unión de tejedores, etc.”[12]. Y luego escribe “Ha
olvidado (Troski) que en mi libro (Que
hacer) presupongo una serie de organizaciones de tipo diversos, desde las más
conspirativas y estrechas hasta las más
amplias y ‘libres’... ha olvidado
que el partido debe ser únicamente el destacamento de vanguardia y dirigente de la inmensa masa de la clase
obrera, la cual actúa en su totalidad (o casi en su totalidad) bajo la
dirección y el control de las organizaciones del partido, pero que en
su totalidad no pertenece ni debe pertenecer al partido”[13].
Más tarde, en los albores de la
revolución de 1905, Lenin propone que los sectores avanzados del movimiento
obrero, la capa intermedia entre las masas y los revolucionarios profesionales,
estén dentro del partido. “Por el grado de organización en general , y por el de clandestinidad en
particular, pueden más o menos distinguirse, poco más o menos, las categorías
siguientes:
a. Organizaciones de revolucionarios
b. Organizaciones de obreros, lo más
amplias y diversas posibles (me limito a la clase obrera, suponiendo como cosa
que se entiende por si misma que, en determinadas condiciones, ciertos
elementos de otras clases entraran también en otras organizaciones). Estas dos
categorías constituyen el partido. Luego;
c. Organizaciones obreras adheridas al
partido;
d. Organizaciones obreras no adheridas al
partido, pero subordinadas de hecho a su control y dirección;
e. Elementos no organizados de la clase
obreras sometidos también en parte, al menos en el caso de grandes
manifestaciones de la lucha de clases, a la dirección de la Socialdemocracia.
Así es, aproximadamente, como están las
cosas desde mi punto de vista”[14].
Stalin, por otro lado, reconoce también
que al lado de la vanguardia existen otra serie de organizaciones políticas y
sociales de la clase obrera. El escribe al respecto: “El partido es el
destacamento avanzado de la clase obrera. Pero el partido no es la única
organización de la clase obrera. El
proletariado cuenta con muchas otras organizaciones sin las cuales no podría luchar con éxito
contra el capital; sindicatos, cooperativas... organizaciones femeninas sin
partido, prensa, organizaciones culturales y educativas, uniones de la
juventud, organizaciones revolucionarias de combate... La inmensa mayoría de
estas organizaciones son organizaciones sin partido y solo unas cuantas están
directamente vinculadas al partido o son ramificaciones suyas... Pero como
llevar a cabo la dirección única, con tal abundancia de organizaciones? Qué garantía hay de que
esta multiplicidad de organizaciones no lleve a incoherencias en la dirección?
Cada una de estas organizaciones actúa en su propia órbita y por ello no pueden
entorpecerse las unas a las otras. Esto naturalmente, es cierto, pero también lo es que todas estas organizaciones
tienen que desplegar su actividad en una misma dirección, pues sirven a una
sola clase, a la clase de los proletarios”[15]
Gramsci también contribuye a este debate
cuando anota: “Para que exista el partido es
preciso que coexistan tres elementos fundamentales:
a. Un elemento indefinido, de hombres
comunes, medios, que ofrecen, como participación su disciplina y su fidelidad,
más no el espíritu creador y con alta
capacidad de organización. Sin ellos el partido no existiría, es verdad, pero
es verdad también que el partido no podría existir solamente con ellos.
Constituye una fuerza en cuanto existen
hombres que lo centralizan, organizan y disciplinan, pero en su esencia de esta
fuerza cohesiva se dispersarían y se anularían en una hojarasca inútil...
b. El elemento de cohesión principal,
centralizado en el campo nacional, que transforma en potente y eficiente a un
conjunto de fuerzas o que abandonadas a
sí mismas contarían cero o poco menos.
Este elemento esta dotado de una potente fuerza de cohesión que centraliza y
disciplina y sin duda causa de esto esta dotado igualmente de inventiva...
Es verdad también que un partido no
podría estar formado solamente por este elemento, el cual sin embargo tiene más
importancia que el primero para su
construcción...
c. Un elemento medio, que articule el
primero y el segundo, que les pone en contacto no solo físico, sin moral e
intelectual. En realidad, para cada partido existen proporciones definidas
entre estos tres elementos y se logra el máximo de eficiencia cuando tales
proporciones definidas son alcanzadas”[16].
En consonancia, podemos sacar varias
conclusiones de la experiencia marxista en el terreno organizativo. Ellas son:
a. Las formas intermedias de organización
-OPM- han sido desarrolladas ya desde el principio de siglo, en algunos casos
como organizaciones de “fuera” de la vanguardia y, en otros, como integrantes
de esta[17]; son, desde el punto de
vista de los clásicos del marxismo, instrumentos necesario para llevar la
política a las masas; hacer participar orgánicamente
en la revolución a sectores avanzados del movimiento de masas y ejercer un
grado de conducción política, determinado por las condiciones particulares de
cada proceso.
B. Existen multiplicidad de formas
organizativas dentro del proceso que deben tener una dirección ideológica y
política unificada, así tengan diversas
direcciones desde el punto de vista organizativo. Esas formas deben desarrollar
su actividad en una misma dirección, pues están al servicio de la clase obrera
y el pueblo en miras de contribuir a desarrollar el proceso de acumulación de
fuerzas, construir el poder popular y llevar a la clase obrera y el pueblo a
participar en la revolución.
C. Existen tres niveles dentro del
movimiento revolucionario -estén dentro
de la estructura de vanguardia o no-, que representan: el uno a la
dirección del proceso revolucionario en su conjunto -el elemento de cohesión
principal en Gramsci y la Organización de Revolucionarios en Lenin-; el otro la
capa intermedia que es capaz de unir a la dirección revolucionaria con las
masas -elemento medio en Gramsci y Organizaciones intermedias u organizaciones
obreras lo más amplias y diversas posibles en Lenin; y el tercero, que
representa a las masas -elemento indefinido en Gramsci y organizaciones obreras
unidas al partido, organización obrera no unida pero subordinada al control y
dirección del partido y elementos no
organizados que necesitan que sobre ellos se ejerza la conducción pero al mismo tiempo aportan su
capacidad de lucha en Lenin. Estos tres elementos son inseparables en el proceso y solo combinados adecuadamente se
puede lograr la victoria revolucionaria.
d. Existe la necesidad de organizar
políticamente a las masas, pues la historia nos demuestra que ellas tienen
diversos niveles políticos de organización, cuyo carácter depende, en gran
medida, de las condiciones concretas en que se desenvuelve la lucha de clases.
Tales organizaciones pueden ser agrupadas en un gran Movimiento Político de
Masas, el cual puede potenciar y centralizar las mayorías y hacerlas eficaces y
poderosas en el combate contra sus enemigos.
7.
La Construcción De OPM Corresponde A La Concepción De Poder Popular Que
Desarrollamos.
Si el pueblo el que hace la revolución,
debemos trabajar porque este desarrolle su propio poder, sus propias instancias
de poder -sus propios órganos de poder popular-. Bajo ese criterio vemos la
necesidad de construir formas político-organizativas -OPM- de largo alcance que
contribuyan a expresar los intereses ideo-políticos de este, procese
dialécticamente la política y contribuya a su participación consciente en el
proceso revolucionario.
También Las OPM contribuyen a desarrollar
el proceso de confrontación que se enmarca dentro del proceso de construcción
de poder y a la articulación estratégica
vanguardia-masas, para armonizar las experiencias y aportar en el proceso de
unidad de la teoría revolucionaria con
el movimiento de masas. Ellas, además
contribuyen a la unidad revolucionaria y popular en la medida en que expresan
las reivindicaciones políticas del movimiento de masas y contribuye a
procesarlas en directrices políticas, llevándolas a practica en su accionar
político e influenciando con ellas tanto a las fuerzas políticas como a las
fuerzas sociales.
8.
Las OPM Corresponden A Un Grado De Desarrollo De La Conciencia Y La Actividad
De Los Revolucionarios.
Existen tres niveles orgánicos de
participación de los hombres en el movimiento revolucionario. Ellos expresan los
diferentes grados de desarrollo ideológico, político y organizativo que van
logrando en su participación en el proceso. Estos niveles son de vanguardia,
intermedio y de masas, a los cuales corresponden tres formas organizativas de
tipo estratégico: la organización de vanguardia, las organizaciones políticas
de masas y los movimientos políticos de masas respectivamente.
La mayoría de los activistas que
participan en una OPM son compañeros que actúan en una organización social
especifica, realizan allí una labor de construcción revolucionaria, su
experiencia aún es limitada pues no es extendida al conjunto del accionar
revolucionario, su experiencia habitualmente no es muy amplia, su formación ideo
política todavía no es avanzada y su nivel organizativo está en ascenso. Allí
habitualmente hace la escuela necesaria para formarse como revolucionario y
alcanzar mayores niveles de conciencia y compromiso. Por todo eso, una OPM
representa un nivel intermedio de desarrollo del activista revolucionario;
pretende recoger y agrupar ante todo este tipo de compañeros y su función es
catapultarlos ideo política y orgánicamente.
[1]
Federico Engels, Las Guerras Campesinas En Alemania.
[2]
Lenin, Carta A P.G. Smidovich.
[3]
Lenin, Discurso Ante El II Congreso Del POSDR.
[4] Lenin,
Un Paso Adelante, Dos Pasos Atrás.
[5] José
Stalin, Cuestiones Del Leninismo.
[6] José
Stalin, Cuestiones Del Leninismo.
[7] José
Stalin, Cuestiones Del Leninismo.
[8]
Antonio Gramsci, Notas Para Una Teoría Del Partido Político Marxista.
[9] Tal
apreciación parte de la posición expuesta por
Lenin en “Un Paso Adelante, Dos Pasos Atrás”.
[10]
Camilo Torres, Cristianismo Y Revolución.
[11]
Camilo Torres, Cristianismo Y Revolución.
[12]
Lenin, Carta A P.G. Smidovich.
[13]
Lenin, Discurso Ante El II Congreso Del POSDR.
[14]
Lenin, Un Paso Adelante, Dos Pasos Atrás.
[15] José
Stalin, Cuestiones Del Leninismo.
[16]
Antonio Gramsci, Notas Para Una Teoría Del Partido Político Marxista.
[17] Tal
apreciación parte de la posición expuesta por
Lenin en “Un Paso Adelante, Dos Pasos Atrás”.
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